Alma destripada

Suavemente,
entre el frío que entra por la ventana,
las manos que se deslizan bajo mis sábanas,
un puñal con doble filo desgarra mi vientre.
Sube agarrándome las entrañas,
destripándome el alma.

Suave mente.
La luz mortecina de la Luna
se tiñe de rojo, mi rojo.
Un grito profundo se une
calladamente a los caminos del mar,
a los senderos de arena.

Detengo todo en un instante. Y miro.

En el cielo, un alma destripada,
en el mar la luz mortecina y roja
que dibuja mi cuerpo, tu sonrisa, los labios.

Sigo sintiendo el puñal.

Me agarro el vientre
en una convulsión
de intestinos.
Pienso en tí,
me duermo…

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