lunes, junio 11, 2007

Otoño

Agitada por el viento que canta su gloria eterna y fugaz, recordando la belleza de la vida pura que contenía sus pétalos. Uno a uno doblados por el cansancio de los días, declinan en actitud débil la gloria que corriera en sus venas. Señora de luz, dueña del día, hoy, esclava del viento del atardecer. ¡Ya los pájaros no cantan su nombre de rama en rama! Marchita la belleza de su vida en su muerte, abandono. Sólo el viento acaricia su mejilla de flor agonizante. Los insectos no buscan con ansia su cuerpo chamuscado por la llama del tiempo. Y ella es ahogada por la ausencia del toque tibio de los rayos solares, ahora suplantados por el toque frío del viento vespertino del valle.

Anochece. Y queda en el valle el sonido de los seres nocturnos. Un rayo de luna la envuelve, la acaricia, la consuela. Acompañada de sus sentimientos, extraña la algarabía con que el mundo la recibió en su nacimiento. Todo luz, color y risas salvajes rodeaban su recién estrenada vida. La mañana rompió con una canción de bienvenida y ahora, ella entona la melodía triste de despedida que sólo una flor puede cantarle a la noche, porque sólo ellas pueden enterder el lenguaje único de la muerte y del amor.

- "Cuando las aves cesen de cantar tu nombre y la luz del sol no te envuelva en sus rayos calurosos, ni los animales del valle alaben tu belleza y el viento juguetón no lleve tu perfume hasta el fin del horizonte. . . Cuando tus pétalos se hayan caído uno a uno, todavía quedará el tallo y tu corazón para sembrar."

3 comentarios:

  1. Llegué acá saltando de blog en blog como se saltan las piedras de un riachuelo para alcanzar la otra orilla. Y me gustó lo que encontré. De hecho, me gustó mucho. El problema es que ahora no sé si podré volver a hacer el camino para regresar... pucha

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