domingo, agosto 26, 2007

Por la señal

una sonrisa pende

de tu ausencia



cabalga el nosotros

su hambre primeriza



la bodega evade

las pesadillas de orilla



la verdad se descubre huérfana

en la confesión del Padre



cae la sonrisa



sólo queda tu ausencia



13 VIII 07

DC

miércoles, agosto 15, 2007

Australia Rowing

Nos encontramos.

El secreto victoriano
marca mis pasos.
Tus cuatros lustros
ilustran este
suspiro frustrado.

Sólo queda trazar
tu silueta amarilla
y buscar el acomodo
de tu Olvido.

miércoles, agosto 08, 2007

Pequeñeto

Un cofre amarillo
espera mi regreso
allá en la colina.
Todo el mundo se ha ido.


Anochece. El sino
embrujado de un beso
mi alma ilumina
hoy, sin que haya sido.


¿Cabrá en mi regazo
un último intento
de brotar en pedazos?


Cierro el cofre, lento,
– absurdo retraso -
total, sé que miento.

jueves, agosto 02, 2007

Vestigio solemne de un lunes cualquiera

Agradecí aquel día en que engrandecidos
dijimos adiós a nuestra niñez.
Poco le importó a Dios.
Con un sello de humo sangriento
marcamos el paso acelerado
del deseo, y del mar que amo.

Hoy vienes a mi perdida
en tu pérdida de estrellas,
de soles solitarios,
de Lunas licensiosas en el silencio…

Agradezco aquella noche
en que crezco hasta la locura
que me libera del Olvido.
Y vivo hasta el duelo siguiente, silente…

Ser importado, poco te importa
ya la susodicha gracia del agradecido.
Y en la lumbre silvestre
de un verso a sangre fría,
inmolaré tu nombre hasta
tenerte, empequeñecida, eterna.

viernes, julio 27, 2007

The yellow brick road

Camino a esas horas
cuando el silencio duerme.
Envejecido por el exceso
desperas (a pesar de los consejos).
Una huella hala a la ala
con esa costumbre visceral
de hambre de camioneros.


Siempre pasa.


Los días en que retozo
con el Olvido
vomito virutas de terciopelo
sobre la telaraña blanca
de tu ausencia.


Nunca falla.


11 I 05
PR

sábado, julio 21, 2007

AHORA (p.s.)

Sólo un sauce quebrantaba el infinito de la llanura. Sus ramas tristes enmarcaban derruida columna corintia. Desde su rasgado capitel bajaban en líneas duras, eráticas, las huellas dejadas al paso de un tiempo sin tiempo, sin sustancia, incontenible. Sólo el recuerdo de su gloria, reminiscencia de un esplendor de mármol, reflejaba la luz intermitente de los relámpagos que rasgaban el grueso velo de las nubes nocturnas. Los truenos se ahogaban en la distancia, como filtrados por el silencio que impone la soledad de una noche de recuerdos. . .

Sobre el prado casi virgen, casi verde, casi húmedo, reposaban pedazos de mármol, como si fueran testigos de la eternidad del tiempo, o mudas pruebas de su fugacidad, siendo ruinas de un sueño. Entre ellas descansaba, en actitud sollozante, un unicornio blanco. Por un belfo colgante resbalaba una lágrima, matizada por un color de soledad, tenue, transparente. Su único cuerno señalaba en agonía de verde marfil al suelo, casi virgen, casi húmedo. Mientras el frío entumecía el ala teñida de rojo carmesí. . .

Una tenue neblina salía tímidamente, como sudor de virgen, por entre las yerbas que tapizaban de sensualidad la llanura infinita. Borrándolo todo de forma gradual, casi normal, en caricia sutil de lenta penetración, de primer éxtasis sensual que eterniza un momento, en silencio, como vuelo de ave nocturna. Y todo lo cubrió. . . y el tiempo se volvió blanco...

* *

Parecía flotar por sobre el nivel de la espuma de las olas. En vuelo callado, amarillo, casi espiritual. Una lechuza blanca arranca su secreto al aire, en confidencia sutil, tenue, casi amorosa. Va, como impulsada por la inercia de los sueños, sostenida por la costumbre de agarrarse al viento sin forma, sin nombre. Por sobre las olas de un mar en calma vuela, siguiendo la ruta del instinto, flotando entre un rayo de luna empeñado en seguirle, como fiel compañero intangible de su soledad sobremarina...

La brisa le susurra quedamente estás cerca, y la claridad de la luna le descubre un punto en el horizonte que rompe la continuidad de la espuma de las olas. Se dirige hacia él, en vuelo altivo, constante, silencioso. Va cortando la espesura nocturna con el filo de su blancura, firme, segura, como guiado por un rayo de luna llena, resplandeciente. . .

Llega a una playa desnuda, solitaria, sin tiempo. El rumor de sus olas hace mucho huyó hacia la eternidad. Sigue arrastrando su cuerpo por el aire, sobre la desolada playa. Hasta que, como si fuera un refugio místico donde no tiene cabida el tiempo, surge por entre la arena, casi imponente en la eternidad de la distancia, el tronco solitario de un pino. Se acerca a él con su vuelo pausado, y escoge con la rapidez de un aletazo una rama carcomida por la inercia del tiempo, y descansa, descansa. . . Al amanecer, sólo un puñado de plumas en aglomeración ligera de blancura era arrastrado por el viento. . .

* *

Parado sobre la eternidad, sobre una roca, inmóvil ante el paso del tiempo, inconmovible en el golpear de los elementos aire, tierra, agua, fuego. . . El hombre contempla el vacío profundo, lejano, detallado en un horizonte de humo y tinieblas, sin formas, ni líneas, todo reflejado en sus ojos, cuencas de entrada a su propio horizonte de niebla y lluvia. . .

Ni un sollozo cuando el viento le acariciaba en remolino ligero su desnudez de hombre inmóvil; ni una lágrima cuando la agitación de las olas le humedece en un abrazo íntimo y lleno de sensualidad y pasión; ni un solo quejido al sentir sobre su entero cuerpo la áspera caricia de la tierra en levitación concéntrica que lentamente le va rodeando, espesándose, como caldo de amarguras y penas; y lo cubría, lo cubría, lentamente, lo cubría, vistiéndolo...

Quedó así, como esculpido en actitud de súplica en la eternidad naciente del barro convirtiéndose en piedra. Silencioso, macizo como un pensamiento fugaz, inconmovible en el espacio, intocable en el tiempo. Sereno, con la misma tranquilidad de las rocas. . . Al atardecer, poco antes del crepúsculo, un último rayo de luz baña en etérea ida el cuerpo suplicante, imponente, eterno. Y al desvanecerse, el reflejo de una tenue lágrima se abre paso por sus pupilas eternas. . .

* *

Me despierto en un sobresalto, con la sensación de sentir el corazón latiendo entre mis manos. Suavemente me levanto y mis pies guiados por esa euforia que atonta lentamente responden a mi llamado. Mis ojos descubren el horizonte. . . y un rayo de sol nuevo penetra los surcos de mi rostro anciano. . .

lunes, julio 16, 2007

Identintad

Sé que no soy de los míos
ni de aquellos que pretenden pretender.

Tampoco, sé, soy de los nuestros
o de esos comunarios
que espiritizan su avaricia.

Tal vez por eso es tan ligero
el sentido profético inmolado.

Porque el yo es siempre primera persona
y no se apiada de las lejanías perdidas
por más cerca se encuentren.

Aún sea en tinta.

7 II 07
DC

miércoles, julio 11, 2007

Atrapados

Cae la última pieza de ropa. En el suelo se acompañan los trapos semi sudados siguiendo el orden único del grito.

El gemido levita cercano.

Es la conocida escena de siempre. Sólo nos sorprende que ocurra.

¿Qué detalle cautivará la memoria? Porque el resto, sin duda, será tragado por el Olvido. Debe ser este aire de mañana que promueve la imagen inconclusa. Como el hambre segregada.

Volvamos a la última pieza. Cae. Pero no importa. Ya el sudor engalana esta convención de poros, estos roces en desespero. La cama se ha convertido en un corral empequeñecido, dos cuerpos que se humedecen en el acto. El gemido se aferra a la ventana. La última pieza continúa su caída.

No desconocemos el final. Un par de gritos alargados, un par de caras descompuestas, apretados los dedos de los pies. Abandonemos este instante. Sólo nos interesa esa última pieza de ropa. Y su caída.

Sabemos a dónde llegará, nos imaginamos de dónde viene, ni hablar del golpeteo rítmico que la acompaña. ¿Qué miramos entonces?

Dejémonos atrapar por esa última pieza de ropa, por su caída ya camino al Olvido. Entonces vendrá la pregunta inevitable, ¿Quién llegará primero? Porque compartimos el mismo Destino, aunque nos aferremos a otro cuerpo por un instante, tal como el trapo se aferra (inútil mente) a su caída.

domingo, julio 01, 2007

Simon Said

Desde entonces andas

en la estela consuetudinaria

cuidando de no arrancar

la sonrisa pasquinada,

probando los pasos desgastados,

inventando toneladas de petrificios,

corriendo al enjambre eyaculatorio

de la sorpresa amaestrada,

abandonando la discresión indiscreta

por algo más salubre,

menos salado,

y de sincero artificio sobrio.



Desde entonces no eres

el mismo tú mismo

sino el de esos otros.

Los que se acompañan en silencio

sus miedos a la oscuridad,

albaceas de todo lo repetido,

vendajes de cualquier origen,

programación para el Olvido,

deseos encuadernados,

gabardinas soñolientas,

destrozos de trozos,

trazos atrazados,

aliteraciones inconsistentes,

Damocles desnudado

con el semblante vacío

sobre el lodo.



O sea.



Eres residuo de hiel

servida en Happy Hour.



Anda, camina.

No olvides

deshacerte del Destino.



7V07

DC

martes, junio 26, 2007

De venir

Regreso, pero no es regreso.
La dirección nunca ha importado.
El dónde fluye desde la mirada
perdida, sin huellas, sin sombra.

Regreso, pues ya no es regreso.
He estado aquí, acá, allí, allá,
más acá o más allá.
Pero nunca más aquí.

Regreso, aunque sólo al regreso.
Hasta el día en que
el cansancio decida
abandonar este tren
donde huyo hacia el Olvido.

5 III 07
DC

lunes, junio 18, 2007

Cronoscopía primera

Cae el tiempo tras bambolinas.

El vacío regresa paciente a su cuna.

Nacen algunos diamantes

con la ventura de ser piedra.

El frío arrebata constante, al acecho.

Sobre las aguas flota su espíritu.

Las palabras ordenan

el principio oscuro del principio.

El silencio invade pasible al Olvido.

7 mar 07 DC

lunes, junio 11, 2007

Otoño

Agitada por el viento que canta su gloria eterna y fugaz, recordando la belleza de la vida pura que contenía sus pétalos. Uno a uno doblados por el cansancio de los días, declinan en actitud débil la gloria que corriera en sus venas. Señora de luz, dueña del día, hoy, esclava del viento del atardecer. ¡Ya los pájaros no cantan su nombre de rama en rama! Marchita la belleza de su vida en su muerte, abandono. Sólo el viento acaricia su mejilla de flor agonizante. Los insectos no buscan con ansia su cuerpo chamuscado por la llama del tiempo. Y ella es ahogada por la ausencia del toque tibio de los rayos solares, ahora suplantados por el toque frío del viento vespertino del valle.

Anochece. Y queda en el valle el sonido de los seres nocturnos. Un rayo de luna la envuelve, la acaricia, la consuela. Acompañada de sus sentimientos, extraña la algarabía con que el mundo la recibió en su nacimiento. Todo luz, color y risas salvajes rodeaban su recién estrenada vida. La mañana rompió con una canción de bienvenida y ahora, ella entona la melodía triste de despedida que sólo una flor puede cantarle a la noche, porque sólo ellas pueden enterder el lenguaje único de la muerte y del amor.

- "Cuando las aves cesen de cantar tu nombre y la luz del sol no te envuelva en sus rayos calurosos, ni los animales del valle alaben tu belleza y el viento juguetón no lleve tu perfume hasta el fin del horizonte. . . Cuando tus pétalos se hayan caído uno a uno, todavía quedará el tallo y tu corazón para sembrar."

miércoles, mayo 30, 2007

Encore

No es que repita al hastío

sombras, silencios, siluetas, soledad.

No es que lleve anorexo

destino, huellas, olvido.

No es que cruzemos miradas

anónimas en esta homogenitud

impasible, muda, tirana.

Es que perdemos los instantes

compartidos en sueño consetudinario,

el periódico ajado,

la sonrisa imaginada.

7 III 07

DC

sábado, mayo 26, 2007

Camino al cielo

¡Si tú hubieras visto la cara de aquella hermanita que me dijo que Cristo era el camino al cielo! Yo le dije mano, hay dos caminos al cielo, Cristo y un pase de perico. Y parece que vio al diablo porque se perdió en un dos por tres. ¡Mira, y que decirme eso a mí! ¡Si yo voy al cielo todos los días! Te digo que yo vivo en el cielo. Cuando me meto esa hostia, la aguja llena de manteca, en estas venas que piden Comunión, yo rezo el Credo. Y siempre voy a lugares distintos y tripeo y nunca me acuerdo de nada. A veces me acuerdo porque pegan a contarme y yo me hago el pendejo y digo que no me acuerdo, pero chico dime tu, tu no te vas a poner a decir que sí, porque déjame decirte que yo estuve en la Universidad, si mano, yo me veo aquí tira'o contigo en este botecito tu sabes, pa' la pesca, pero yo estaba en la Universidad estudiando Economía, la ciencia del dinero, y los vecinos me respetaban porque yo estaba estudiando en la Universidad y yo no los podía defraudar, porque yo era hijo de Don Pedro tu sabes, el del negocio, pero los panas tu sabes, empezaron y las jebas, loco, mira, tu haces cualquier cosa, chico yo pensaba en los estudios, pero tu sabes, me metía y olvidaba y cuando salía volvía y pensaba en lo mismo y me metía más para seguir olvidando pero cada vez recordaba y el viejo me gritaba y mi madre no me podía hablar claro porque lo único que hacía era llorar y llorar, mi hermano, eso me rompía el corazón mi pana, la vieja, y volvía y olvidaba, lo mismo de siempre loco.

Pero mano, el cielo lo tengo ahí en tres filas de polvo celeste para alabar a mi Creador, socio, yo soy mi propio sacerdote, me confieso, comulgo, y ¡me mando al cielo! Porque en verdad os digo: la puerta estrecha, la ancha y el pase hermanos, el pase, la puerta rápida (risas y muecas).


Pana, ¿y no te dá calor esa ropa así de larga tapándote la cabeza? Aunque tu pareces que tienes este bote medío porque tú ni haces fuerza para moverlo. No me hagas caso que antes de montarme aquí vi a una cosa que se me paró de frente y me empezó a gritar muchas cosas que no entendí, pero ¡que voy a entender si me acababa de meter lo último que venden ahora! Lo nuevo, le dicen la estigia y es para hombres de verdá', pa' matar caballos. Lo único que me dio tiempo a decirle fue ¿qué carajo quieres? Porque chico, a mí todo el mundo me conoce en el barrio y saben como yo soy y como yo brego y conocen al viejo, por eso yo me meto en cualquier sitio y nadie me dice nada porque saben que estoy ennotao y viene el diablo este a hacerme eso, pero yo creo que son cosas mias del material ese nuevo porque me cogió aquella cosa y me enrrolló siete veces con un rabo bien largo que tenía y lo jaló de cantazo y yo empecé a bailar como un trompo y se me fue el mundo y cuando caí me di en el casco con una piedra grande y gris que decía Estigia en letras grandes y rojas pero con el dolor que yo tenía vine hasta esta yolita creyendo que tú tenías algo y en eso tu arrancaste y no me diste tiempo ni de sentarme socio, por poco me caigo en esta agua roja, sucia y apestosa. ¡Mira, parece una gran miasma...! ¡Oh...! (Y el agua reflejó su desdicha como una imagen de ondulante vida.)

- ¡Flegias!

Truenos y ecos se unían en ese llamado cavernoso y obscuro. Nos volvimos hacia un puente secular de piedra, y entre los vapores de recuerdos alegres, tristes y licenciosos vi destacada en relieve la visión turbadora de un cuerpo humano con cabeza de toro, ojos de fuego y aliento de azufre. Agarróme por los cabellos y con tanta fuerza lanzó mi cuerpo al vacío, que caí atontado y no me moví más. Y germiné, eché raíces y estas ramas, que rotas te hablan para que escribas en tu Comedia que sólo hay dos caminos al cielo: Cristo y un pase de perico. . .

(Notas halladas en el diario de Dante.)

viernes, mayo 11, 2007

Cronóstico de la espera

ver la sangre
convertirse en esperma

sentir el pálpito
cada vez más lejano

abrazar sin miedo
lo largo del crepúsculo

bien ven ir, ¡por fin!
el beso Cerbero

jueves, mayo 03, 2007

The Killer's Mirror

a VT, 32 veces

Esa mañana derramaste
la roja insignia de la soledad.

Esa mañana giraste
el silencio de los anónimos
que ya no son.

Esa mañana tu silueta
devoró al Olvido.

Esa mañana rompiste
la monotonía inconclusa
que siempre espera.

Esa mañana cerraste
los ojos e inmolaste
el fuego vestal.

Esa mañana Tánatos lloraba a Eros.

Esa mañana
(como todas las mañanas)
huíste del mañana.

Esa mañana el espejo
te negó ensimismarte.

Entonces fuiste a los otros,
a los culpables de tu culpa,
a los compañeros de tu soledad,
a los que nunca respetaron tu silencio
ni comprendieron
el martirio solemne
de ser signo interrogador,
verdugo infame de lo posible,
profeta de un calvario exportado,
residuo de ti mismo,
holocausto del Holocausto.

Consumado seas.

En esa mañana
no hubo mañana.

miércoles, abril 25, 2007

Carta a un ser de hielo

No tengo que decirlo. Cada caminata entre tus recuerdos exhausta mis olvidos. Gracias por el café. A quién sea. ¿Ves? Casi comienzo uno de esos entuertos de huevos y gallinas que no me interesan, pero nos fascina. ¿Temeremos a la mordedura del hielo después de tanto tiempo? Supongo que hoy conduces hacia lo que cercenaste. Baja la ceja, no te acuso. Hay que donar el cuello para que exista el verdugo. No te pido nada. Sé que ocupas tu olvido en olvidarnos. Siempre persiste ese saborcito a piel, a sudor, a gemido, a entonces… y luego la primavera.

26 III 07

DC

jueves, abril 19, 2007

A la vida

Vivimos, porque
la recompensa
es estar vivos papi

Don Omar

…aunque el viento
rapidize el cortejo fúnebre
sin monumentos fotografílicos
para el antes y el después
del duelo mañanero.

… por el frío cedazo
la mirada afilada,
el gesto lo mismo,
y la tarea compartida.

… porque al final nos espera
el hambre silente,
la onomatopeya lúdica,
el giro programado
y la sorpresa momificada.

Vivamos.

6 III 07
DC

lunes, abril 16, 2007

Alba Rosa

Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!
Hacedla florecer en el poema
.
Vicente Huidobro

. . . y germinó. Todo se hizo blancura cuando el primer rayo de Sol tocó su cuerpo en corazón de flor naciente. Abrazada por las últimas gotas del rocío matutino sintió correr en su interior la vida yacente en las entrañas de la tierra, el palpitar de tantas ansias muertas y sepultadas bajo el polvo de los siglos. Despertados ahora por ella, interrumpiendo su sueño milenario con el llamado de sus raíces ávidas de sueños, vidas y sonrisas muertas.

Detenida en un instante, la flor naciente contempla el alborozo de los rayos de luz entre sus pétalos nuevos. Comienza, como por costumbre, a ofrecer en ofrenda solar su corola de flor recién hecha. Sin temores ni vanaglorias abre su albo cuerpo en compás de sinfonía a natura, en crescendo lento, irreversible.

Todas las flores, aves y cascadas; y todos los arrollos, árboles y soles, cantaron en fortíssimo salvaje la sinfonía de bienvenida a la Alba Rosa. Y se sintió feliz, ajena al dolor de los hombres.

jueves, abril 05, 2007

Sonrisa tropical


Baja el agua cristalina sobre las piedras ennegrecidas por el musgo estático, ancestral. Siempre moviendo su rauda canción por la tierra verde, tierra madre, tierra hermosa. Siempre adelante, pero sin prisa, de paso contínuo y caricias eternas. El cielo se refleja en su cuerpo, mística unión de alma y sangre, éxtasis de tierra disuelta en sus aguas y sol calentando sus venas en erótica atmósfera tropical. Humedad, calor... todo se une en frenética orgía de imágenes y sensaciones exóticas y sin control.

Domina el infinito el astro Sol. Sus rayos navegan por un mar de humedad. Impartiendo a su paso un toque de modorra sensual: misticismo tropical. Los dioses se pasean por este paraíso tropical de humedad, calor y sensualidad. Riegan el paraíso con su respiración de líbido tropical, erotofilia divina. Canta un ave entre la vegetación tupida y asfixiante, suena a gozo, a lloro. El lecho tibio de hojas en descomposición invitan al retozo de cuerpos rodando por la leve pendiente, levantando hojas a su paso, imitando el grito guerrero de las aves de colores en frenética danza de calor, luz y tierra.

Una silueta rompe la eterna superficie del agua. Mimada de los pájaros en su canto, abanicada por los árboles y arrullada por la brisa, la diosa taína descubre su cuerpo de bronce a la caricia del agua. Su cuerpo moldeado en barro y achiote, por sus venas corre la miel de centurias y sus ojos son del yagrumo oculto. Con un movimiento de éxtasis cierra sus ojos y se deja sentir, acariciar, cubrir, embargar por la corriente purificadora del agua sobre su cuerpo, entre su piel.

Venerada y codiciada por todos, apareció un día de otoño flotando en una nube marina. Cansada de la fría monotonía de color y sensaciones entumecidas por inviernos eternos, llegó cargada por la brisa del mar. Acercóse suavemente a sus playas y vio tortugas y peces de miles colores dándole la bienvenida, saltando. Posó su diminuto pié sobre la arena caliente y le gustó. Le gustó cuando caminó a través del bosque eterno y sin fin y las aves dándole la bienvenida, cantando. Miró a su alrededor y bebió lo colores infinitos y la luz infinita y el cielo infinito. Y dijo me gusta, mientras a su paso, la naturaleza copulaba enloquecida por el hechizo de su presencia.

Sale lentamente del agua, como queriendo dilatar la sensación del agua acariciando su cuerpo. El astro Sol envía un rayo que la arropa en su luz y la calienta. La brisa se encarga de vestirla con sus galas de diosa taína. Los árboles inmortales le proveen de su estera real. La brisa lentamente la envuelve en sus brazos y la eleva hasta su morada de diosa erótica. Mientras en el horizonte, el monstruo blanco de la civilización devora todo a su paso, envenenando con odio negro el paraíso tropical.

lunes, abril 02, 2007

Péndulo de agua

La gota se suspendía sobre ese espacio infinitamente mayor que ella. Agarrándose con su mano húmeda a ese filo, último filo, que la sostenía entre la indecisión del vacío, o la esperanza de una seguridad sólida. Llevaba disuelto en su seno la suma de muchas horas sin sueño, de muchas noches de dolor. Se sentía mensajera de una pena profunda, casi síntesis de un dolor existencial, de una duda de amor.

Ahí estaba, recreando en suspensión de agua su resbalo por la vida. Fue su génesis un último suspiro, aquel soplo de vida que Dios diera al barro le era ahora devuelto, disuelto en su cuerpo de agua.

Balanceándose sobre la nada, su vida era el vaivén del cuerpo que la sostenía, que le dió vida y por cuya faz resbalara. Así recordaba su nacimiento, salió empujada por la fuerza que libera un último suspiro con prisa de regresar al Criador, dejando suspendidos en su seno, como para aligerarse, el dolor de una vida apagada por el aire de la decepción.

Mientras descomponía en cifra divina un minúsculo rayo de luz subrepticio que atravesaba su cuerpo, un zumbido distinto al crujir ocasional de la cuerda vibró en el aire. Era un sonido de vida, un puñal clavado en el pecho de la muerte. Y una mancha negra se posó sobre la senda húmeda que había trazado al resbalar por esa faz aún caliente, pero ahora fría, quieta, sin los estertores que por poco la hacen caer al vacío. Y miró a la pequeña mancha negra que se movía inquieta por esa faz, de cómo bebía de unos ojos enormes que miraban al vacío (¿de vida?), y se entristeció, porque comprendió que ella era la última hija de ese ojo que miraba al vacío, y que esa claridad juguetona que la vestía de tantos colores ahora le daba una sensación de calor, no de vida pero de muerte, empequeñeciéndose gradualmente sintió otros zumbidos (más sonidos de vida), y comprendió que pronto habrían más manchas, muchas manchas, cubriendo esa faz, bebiendo el último suspiro de vida de aquel hombre que se balanceaba tan lentamente de esa cuerda que crujía (ese era el sonido de la muerte) y de cuyos ojos ella había salido y resbalado suavemente por su faz hasta quedar fija en ese mentón frío, sin vida.

sábado, marzo 31, 2007

Cronóstico en Moriah

De nuevo,
la vieja incertidumbre prevalece.
El cronóstico anuncia
otro ciclo de despedidas.
Mantengo el equilibrio
entre el filo insignificante
de la Nada y el Olvido.

La profecía inútil
cumple su cometido.

Sobre el monte flota
el humo y no queda
más ahora para
moldear otro mañana.

Sólo sobra la nece(si)dad.

9 III 07
DC

miércoles, marzo 28, 2007

Tras la rumba

Tembandumba camina lento por la acera, tratando de ignorar los charcos de nieve derretida que amenazan tragarse su bastón de palo de escoba. Llega a la esquina y espera sin esperanza que la silueta iluminada se apiade de su cojera.

Los autos ladran con rabia.

Tembandumba llega a la tiendita del extrajero (como ella, pero del otro lado) que le mira impasible su figura gastada en tantos inviernos.

Un carro pasa muy despacito por la avenida, con más música que ganas de millas.

Tembandumba levanta la mirada y por un momento arde en sus ojos el recuerdo de esa noche, de esas caras y esa calle que tan pronto se reduce tras el residuo cuadrineumático de un eco. Un destello de nostalgia comparten los extranjeros. Pero ya acaba.

El rugido del tráfico se traga el instante.

Tembandumba escoge para el hacha, el fuego, la rumbería extinta. Regresa al cajón gris que la digiere, sube séis pisos, abre. Sobre el dintel Santa Bárbara la recibe. Sin candombe. Sin bámbula.

domingo, marzo 25, 2007

Cronóstico de invierno

No creo que la nieve
derrita este sueño,
tampoco que la hoguera
conserve el recuerdo.

De seguro vendrá
el cambio impasible,
o la amargura serena
acompañando al grito.

Tal vez se disuelvan
en baba los ladrones
prestos a la muerte,
o convide solemne
al burócrata testigo
de la sangre plasmada
en cada golpe.

Sólo quisiera
bordar la herida
que trazo en cada
intento de tinta,
en cada bocado de quizáses,
en cada orilla de
lo que existiera.

9 II 07
DC

domingo, marzo 18, 2007

A una flecha rota

Yaces en medio del camino
sin camino, sin Destino.

Formas un rumbo fragmentado,
una silueta inconclusa.

Pero no me engaño, te engañas.

Sé que una vez tenías un dónde,
un hacia al frente y hacia al lado.

Esta mañana yacemos
en medio del camino
sin mañana,
sin dónde,
sin Destino.

9 III 07
DC

viernes, marzo 16, 2007

Step back, doors closing

-En cada parada
la misma historia-


Cerbero bosteza
en la entrada,
que es salida
cuando se mira
hacia ese afuera
que está dentro
y en la puerta
un bostezo tricefálico
impide el paso
sin que importe
el dónde.

martes, marzo 13, 2007

Vidas

Y vio la luz. Caminó, primero atraído por ella y luego una corriente incontenible lo arrastró hacia ese círculo de luz que cada vez se hacía más grande, hasta envolverlo todo. Y se sintió perdido en ese mar de luz y lloró, y sus lágrimas se mezclaron en el torrente de luz y sus gritos se confundieron en las olas del resplandor que lo envolvía hasta perderse en un horizonte lejano y brillante.

Caminó siempre entre este mar azul, ciego, con el viento de frente y la lluvia a su alrededor. En silencio, hasta que su vacío explotaba en lágrimas que descomponían en espuma multicolor esa luz siempre de frente. Incómodo, viajó siempre solitario buscando deshacer ese círculo que lo envolvía. Y su llanto sólo producía un eco de luz que hería sus ojos. Vacío de vida, llevado por la inercia, consumido por esa luz siempre presente, siempre ardiente. Así caminó, a veces por costumbre y siempre empujado hacia ese lugar sombrío que había encontrado y en el cual había soñado que estaba dormido en un lecho oscuro y tibio, palpitante.

Así fue su vida, su tránsito por ese luminoso mar que lo azotaba constantemente con sus olas de fuego. Hasta que, sintió deseos de recogerse sobre sí mismo, volverse una sola forma compacta y uniforme alrededor de su propio corazón. Se encogió, sí, sus manos en sus mejillas y sus rodillas sobre su frente húmeda. Y sintió deseos de llorar un llanto largo y lento, como el brotar de un manantial nunca visto. Y la luz que antes lo envolvía se fue apagando, lentamente, primero en sus ojos y luego fue como una brisa vespertina, imperceptible siempre. La sombra avanzó lentamente, caprichosa, y su avance tenía la sensualidad que moldea las formas que nos hacen llorar. Y una tibieza lo fue abrazando poco a poco hasta sentirse envuelto en un núcleo palpitante. Y soñó. . .

Al cabo de centurias, cuando su sueño fue disipado y abrió sus ojos por vez primera, vio la luz y sintió un vacío en el fondo de su alma, y se sintió atraído por ella.

domingo, marzo 11, 2007

Memoria de un olvido

A veces andamos repitiendo
las sombras abzurdas a nuestra derecha.

A veces reímos, doblando
los conjuros repletos de memoria gastada.

A veces salimos y, la mañana
golpea las esquinas de las sonrisas calavéricas.

A veces esperamos en Silencio
los gritos ingenuos del ingenio moribundo.

Pero siempre,
rondamos las horas nunca eternas
en que nos olvida el Olvido.

27 II 07

DC

viernes, marzo 09, 2007

De venir

Regreso, pero no es regreso.
La dirección nunca ha importado.
El dónde fluye desde la mirada
perdida, sin huellas, sin sombra.

Regreso, pues ya no es regreso.
He estado aquí, acá, allí, allá,
más acá o más allá.
Pero nunca más aquí.

Regreso, aunque solo al regreso.
Hasta el día en que
el cansancio decida
abandonar este tren
donde huyo hacia el Olvido.

5 III 07
DC

domingo, marzo 04, 2007

One of U.S.




A Al, por lo que nos diferencia

Eso ya lo sabía,
que el color no nos une
ni nos igualiza.

Mi carimbo de mulato
arde con la incertidumbre
de quien no pertenece
a tu mundo,
ni a ese otro,
Al que ambos no entramos.

Ya lo sabía, hermano,
que en la primera
parada dejamos de ser familia.

Mis guerreros y tu fantasma sacro
se miran de reojo.

Lo sabía.
Conservo la mancha caínica
de aquellos que
cargamos el yugo
de todavía
tener amo.

¿Sabías?

Despedida a una despedida

Nos ha llegado a la redacción de Jurutungo Press Release el siguiente comunicado y lo hemos reproducido como ser vicio público.
El Editor

=========================

Que lo iba a hacer lo iba a hacer. Pero no sabía si quería hacerlo. Ya es hora de colgar el pecho tras la gabardina y caminar de la mano al parque. Siete adioses que se quedan marcando una página. El ciclo sujeta a la hora de nuevo. Regresa el plenilunio. No es que te olvide, mami, es que Narula nos espera. Tras siete adioses vienen siete bienvenidas. Bienvenidas sean. Les dejo mis adioses pasados y mis esperanzas venideras.
Adal, con la ventana abierta
marzo 2007

=================================

Mami:

Otro año que engorda tu ausencia. Y aquí sigo, enflaqueciendo ese Silencio que tanto me ha amordazado. Hace siete años que hablo con todos y tú no me escuchas. Siete años que repito a gritos este adiós mudo que se quedó conmigo. Siete intentos, setenta veces siete. Hoy tengo a mi hija en mis brazos y tu ausencia en el pecho. Te quedaste con las ganas de conocerla. Tantas veces que la deseaste en voz alta, y hasta (sospecho) le cosiste un par de trajecitos azules. Sé que ella te hubiera hecho feliz. Que hubieras viajado hasta el fin del mundo con tal de tenerla en tus brazos, aunque hubieras tenido que arrastrar a la familia buscando zapatos cómodos. También sé que te hubiera sonreído. Mucho. ¿De qué hablo? De nuevo un año que paso sin ti, de un nuevo año que comienzo con ella. Que más puedo decirte, mami, se llama Inarú Isabel Beatriz y es hermosa. Le hablo de ti. Y me sonríe.

Adal, con siete remesas de quizáses ================================================


Hola,

Tal vez te extrañe esta carta. Ya te veo frunciendo el entrecejo mientras te acomodas los lentes sobre tu sonrisa. Sí, ya sé, el eterno comentario sobre tus ojos que ya no ven y que terminarán comiéndose los cuervos que criaste. Aprovechas mi silencio para preguntarme si ya comí, te contesto evasivo que sí adelantándome a tu qué comiste un arroz de sobrecito con pollo sancochao. Y me dices que en el friser hay garbanzos con patitas que me guardaste de antier. Te digo que está bien, y callo por no herirte que no pude comerme los garbanzos que me dejaste en el friser. Tampoco te digo que no he vuelto a comerlos porque son malos para el corazón. Sé que hay muchas cosas que nunca te dije. A veces me arrepiento. Aprovechas para preguntarme si estoy buscando de dios, que tengo que vivir la Palabra si quiero ser salvo. No me creerás si te dijera que nunca he dejado de buscarlo y que siempre intento vivirla. Supongo que heredé de ti más de lo que es posible. Hace años que sueño contigo a diario. Tal vez por eso no dejaste que te dijera adiós. Testaruda que eres. Muchos son los días en que sólo quiero acostarme a tu lado. Tal vez por eso duermo poco y ando mucho. Testarudo que soy. Pocos son los días en que no dejo de no verte aferrada a mi sombra. Tal vez por eso esta perseverancia de ad- herirnos simultánea- mente a nuestros olvidos. Testarudos que somos. Mami, ya sé que tus ojos ya no ven como antes, y que los cuervos que criaste los digieren. Sólo queria decirte que me acompaña tu ausencia cada día, cada hora. Que ya no como garbanzos con patitas porque los que me dejaste en el friser sólo saben al entierro donde guardas tu adiós. Y que, aunque no me creas, trato de vivir la Palabra y sigo buscando a dios sin lograr salvarme. Mientras, sueño el momento en que por fin, me acuesten a tu lado.
Te extraño,
Adal, desde el sexto aniversario de tu muerte

medallero wrote: Date: Thu, 03 Mar 2005 08:53:46 -0000From: "medallero" To: medallero@yahoo.com

Subject: Fwd: Despedida a una Madre

Saludos, Sé que he estado desconectado un tiempo, y tal vez no sea propicio re iniciar mis embelecos con esto. Pero hay un algo que me empuja inexorablemente a golpear estas teclas con hastío. Tras tanto tiempo aprendiendo a ser nadie me he dado cuanta de lo mucho que cuesta pensar que con tan sólo una Palabra me hubiera bastado hundirme en su regazo y dormir en paz. Hoy sé, creo saberlo, que ciertas palabras debieran proscribirse de los diccionarios, aunque con ello corramos el riesgo de retozar en una quimérica esperanza, mientras el mundo agoniza a nuestro lado. Le digo adiós ante uds, ya que nunca pude dejarle un beso en su mejilla de nácar. Que tengan una hermosa vida. Adal, arrancando las paginas del Olvido Hola, Hoy se cumple el 4to aniversario de la muerte de mi madre. He cruzado 3 continentes desde entonces, y todavía me acompaña ese vacío que me dejó. Golpeo estas teclas con hastío. Quisiera abrir la ventana y arrojar palabras a la calle con la esperanza, patética tal vez, de golpear a muerte ese silencio contínuo y malholiente que horada mis huesos.El mismo que me recibió aquella otra noche hace 4 años. Quisiera, quesé era. En fin, hoy le digo adiós ante ustedes, porque nunca se lo pude decir a ella. Que tengan una hermosa vida.

Adal, con el dolor amurallado

Subject: Fwd: Despedida a una Madre

Hola, sé que he estado desconectado desde hace bastante tiempo, y este tipo de ritual tal vez no sea el apropiado para re iniciar esta conversación entre las teclas y mis dedos que me impuesto en solitaria penitencia. Pero a veces el rito devora a la razón como el espejo aun espejismo de lados oblicuos y puntiagudos. Hace casi 3 semanas se cumplió el 3er aniversario de la partida de quien me enseñara La Palabra. Claro que su Palabra y la mía contrapuntean los altos y bajos de una esperanza patética que nos devuelve a la irrealidad vivida por quienes decidimos, de una forma u otra, beber de esa fuente obstusa que es el pensar un quizás, un tal vez, un quisiera. Y mi Palabra repite la suya en negaciones sempiternas y cosmocionales. Afirmando lo que ya sabemos que ignoramos. Una Palabra, una sola me separa de ella, y sigo escupiendo diccionarios a mansalva con la fe de que algún día alguna página manchada con mi vacío llegue a sus venas y las llene de todo lo que se llevó. Mientras tanto, quedo aquí frente a esta pantalla con un saco lleno de soledad, con la única Palabra que no pude decir: adiós. Que tengan unahermosa vida. Adal, con un adiós a cuestas

===================================================

Saludos,
Hoy es el 2do aniversario de la partida de mi madre. Umbral de imposible olvido, de difícil recuerdo. Tal vez recordando caminamos esa distancia amarga que nos señala el olvido, u olvidando recordamos la distancia ínfima que nos une al recuerdo. Nada es más ambiguo que la palabra, dijera algún palabrero amigo. Nada es más ambiguo que el recuerdo de la voz que te enseñara esa primera palabra y muchas más, le respondo ambiguamente con esas mismas palabras ambiguas que aprendiera, hace tanto tiempo. Ahora, en la ambiguedad del recuerdo, comparto con ustedes esa última palabra que le dijera entonces, y que no pudo escuchar. No sé que me impulsa a hacerlo, tal vez la esperanza ambigua que de algún modo misterioso, el eco de mi adiós retumbe entre nosotros y llegue, como caricia primera, hasta ella. O tal vez sea sólo un ambiguo homenaje, hecho con lo único que me queda, esa primera palabra que aprendiera de sus hoy lejanos labios. Que tengan una hermosa vida...

Adal, recordando despedidas ambiguas


Jelou!!!
Hoy se cumple el primer aniversario de la partida del ser que hizo de mí la persona que ustedes quieren, aman, extrañan, o más honestamente, detestan. No sé que cierto impulso animista me incita a hacerlo, pero he decidido re- enviar aquel mensaje de despedida que en aquella ocasión escribí, no para ella, que ya no puede leerlo, si no para ustedes. Tal vez crea (o sepa, o quiera creer), que de alguna incógnita manera, nuestras energías sumas llevarán el mensaje leve y quedo, mi mensaje de espera. Pórtense bien y que tengan una hermosa vida.

Adal, recordando despedidas

Saludos:
Quiero expresar mis más sinceras gracias a todos/as aquellos/as que me hicieron llegar sus condolencias por la partida de mi madre. Es duro y doloroso saber que ya no estara allí en casa para recibirme cuando vaya, o que nadie me pelee por las loqueras que hago. Pero en fin, la muerte no es un final, si no un paso más, una etapa de una larga vida donde se termina una jornada y se prepara para otras. Quiero compartir con uds. mi despedida a ella. No pude llegar a tiempo al hospital para decirle hasta luego y darle las gracias por todo lo que hizo por mí, así que he decidido decir mi adiós para que el mundo lo lea. Nos leemos luego.
Adal

Despedida

Vi tu flor marchitarse lentamente y torné mi vista hacia el horizonte de piedra gris que nos envolvía. Llegué hasta ti sin ruido, como siempre, para no despertarte. Me sonreiste calladamente con tus brazos al pecho, tal y como dormías en noches sin luna. Te dije hola y respondiste con una primera mirada fría y lejana, como un adiós de buques fantasmas. Toqué tus pies, fríos, enfermos, los mismos pies que te trajeron a mi mundo, con mis manos tibias de despedidas. Un pétalo se desprende de tus ojos y devuelve la pálida luz selena en un grito sosegado. Te miro dormir, y siento, me dices, que de alguna manera invertimos nuestros cuerpos. Recuerdo un sueño lejano donde me abrazabas y reías mientras yo lloraba. Nada ha cambiado. Recuerdo tus recuerdos a pedazos y sin orden de recordar. Todo cambia. Tu flor despide un aroma nuevo y repugnante que intento olvidar en mis recuerdos. Te digo hasta luego, y solo tu fría sonrisa perenne y nueva me responde con un quizás, tal vez... yo sé. (Este solo grito sosegado recorrerá el mundo y volverá a mí, en un eco lejano e íntimo, como el brillo quedo de un pétalo moribundo.) Cuando despiertes de este sueño, madre mía, estaré abrazándote con mi risa en un jardín lleno de gardenias. Yo reiré con el olor de tu llanto, y tú llorarás porque tal vez recuerdes (sólo, tal vez), que de alguna manera, volvimos a invertir nuestros cuerpos...

Marzo 9, 1999
Que regreses con mucha paz.


=="Hay una correspondencia fatal entre el cuento y la vida, entre el pasado y el destino, entre los poetas y los hombres, entre el amor y la muerte. Pero solo, tal vez. Nada es más ambiguo que la palabra. Ni siquiera los espejos. Y sin embargo sólo nos sirven las palabras como espejosde nuestros tiempos.
Manuel Ramos Otero "El cuento de la mujer del mar"

=====

"Algunos hombres somos como tinta, y otros somos como papel. Y sino fuera por la negrura de unos, algunos seríamos mudos. Y si no fuera por la blancura de unos, otros seríamos ciegos."
Khalil Gibran

"Soy candidato al inventario de la omisión..." Silvio Rodriguez

"Time seeks vengeance for the pleasures we enjoy" Saadi

sábado, febrero 24, 2007

Carta a un ser de barro

Sí, lo sé. Parecen tan lejanos esos días en que paseábamos tomados de las manos. ¿Recuerdas esas tardes de vicios escondidos, cansancios sulfurados, escamas removidas? ¡Qué lejanos parecían entonces estos días! Tan concentrados en hacernos, con el descuido de quien nada cuida, nada reclama. Goteando nada tras nada hasta quedarnos en esta nada compartida. Tan lejana.

¡Si vieras todas esas huellas que cargo en la espalda! ¡Si supieras de los mares que han sumergido mi vuelo! ¡Si te imaginaras la veteranía cernida tras cada invierno! ¡Si soñaras en mis sueños! ¡Si entraras!

¿Sabes? A veces pregunto si tú también faxcimilizas esas noches cuando estaba ausente tu ausencia.

Sigo alimentando con tinta esta lejanía para que su hambre no me devore.
No te devore.
No nos devore.

Al final de lo eterno siempre espera el Olvido.
Nunca lo olvides.

domingo, febrero 18, 2007

Always something exciting!

Cada mañana compartimos

- en el mismo silencio -

las miradas perdidas

por los vecindarios

escurridizos a media luz.

Cada mañana nos

convertimos en siluetas

paralelas en esta

caja estéril que

traga y escupe

nuestros Destinos

en perfecto esquédiul

dogmático,

ensimi(s)mado.

Cada mañana,

com- partimos.

11 XII 06

martes, febrero 13, 2007

Febrilidades

A tí, que nunca llegarás a ser lo que eres.

Llego al concurrido bar y busco instintivamente la misma esquina de siempre, la que acomoda mis miradas, mis pensamientos. Allí esta mi silla, pido lo mismo, cerveza con mucha tristeza y observo las almas humanas a mi alrededor. Se esconden, surgen, se disipan, vuelven y te abrazan en una nube densa de lejanías y disfraces. Tanta risa, tanta discordia oculta, se pasea entre risas de mareadas en humo de olvido. Me siento cerca del zafacón, como siempre, a sorber y a observar. Un alma humana se acerca cojeando lentamente, sus ojos vacíos de órbitas y deseos parecen mirar a través de mí hacia un punto indeterminado de su pasado, o de su futuro. Unas lágrimas secas, olvidadas, cuelgan de sus ojos vacíos de llanto. La miro, parece mirarme, y digo ¡mira! Se detiene como por instinto, busca a su alrededor sin mirar y con angustia. Se palpa el pecho, como para comprobar que aún siente el eco de su cuerpo. Pasa a mi lado y llega hasta el zafacón, lo mira con ojos vacíos de odio, con ojos vacíos de misterio, con ojos llenos de dolor. Mira a través de él, como si quisiera llegar al fondo de su colección plástica, metálica, espiritual. Tose, y entre las comisuras de sus labios surge un hilo tenue y cortante de sangre oscura, negra, pestilente. Repite. Se lleva sus manos torpemente a la boca, en gesto de cubrirla, o de abrazarla. Observo detenidamente sus lágrimas secas y olvidadas estremecerse entre el humo de la duda y pienso irremediablemente sobre la noche en que nació la miseria.

Sus dedos de barro se llenan de la misma sangre oscura y pestilente que le da vida. De su boca sale en contracciones lentas de su ser vacío de todo furor vital, una masa informe y viscosa, latente de vida, carente de origen. Con un sordo esfuerzo expele su ser. Con un solo aliento lo observa. Con una sola lágrima seca y olvidada lo abraza.

Busca con desespero silente entre la basura. Busca desesperada. Busca su vida, una excusa, un porqué. Lo encuentra, lo abraza, lo llora. Un poema estrujado en una servilleta olvidada. Vuelve a la vida, vuelve a nacer.

miércoles, febrero 07, 2007

Magia Irredenta

El viejo hechicero posó su vara sobre la mesa cubierta de papiros y pergaminos. Rascóse su nívea barba eterna y murmuró con tono de cansancio y fastidio la Palabra arcana de su frustración. Tomó entre sus dedos de árbol añejo un pergamino cualquiera y recitó de memoria mil más. Vencido, sentóse en su sillón, tan viejo como él, y revivió su vida en un recuerdo fugaz. Sus años de mago aprendiz, su maestro que le legara su búsqueda de siglos frustrada, desde ese mismo sillón en que hoy recuerda, ya entonces antiguo, como su búsqueda tantas veces heredada. Repasó con vista de impotencia los ingredientes alquimios dispersos por su guarida: el interior de la caja de Pandora, el pezón de una sirena desencantada, una pluma de Ícaro, la huella de un unicornio moribundo, un pedazo de espuma marina, los ojos de Edipo. Sobre un estante descansaba su último componente. Contenido en un jarro de barro, inscrito de runas proscritas por la eternidad, el líquido escarlata palpitaba aún con el ritmo del corazón que una vez lo contuviera. Un dolor de bestia con alma humana, o un olor de hombre sin nombre. Apartó su vista del adefesio al recuerdo del grito del minotauro desangrándose bajo su hechizo. Con sumo esfuerzo levantóse del sillón y encaminó sus pasos hacia la puerta sellada hacía mil años. Mientras escupía una Palabra de despecho masculló una maldición con toda la fuerza de su rabia, mirando el sol que por vez primera en siglos hería cada surco de su faz. Y el céfiro de la tarde llevó su última Palabra entre sus dedos: poesía.

miércoles, enero 31, 2007

Sueño

Me detengo por un instante a tomar un poco de aire, y observo fijamente la gota de sudor que baja lentamente por tu cuello, pecho, vientre y caderas, hasta fundirse con la sábana ya húmeda de incontables gotas de sudor que, antes que ella, resbalaran por nuestros cuerpos. Un impulso súbito me hace recorrer lentamente el camino seguido y trazado en tu cuerpo por esa gota, néctar salado, inversamente. Comienzo en tus caderas, mis labios buscando frenéticos el camino de sal, tu camino. Beso la redondez de tus nalgas y bebo, sorbo, lamo, otra gota que lentamente recorre el camino trazado por muchas más, como aderezo al manjar ofrecido en tu bandeja de carne, en plato de pasión. Miras, y el reflejo de tus suspiros bailan cadenciosos bajo la luz tenue de una vela en el infinito de espejos que multiplican nuestras miradas, nuestros roces, nuestro ardor. Subo por tu cuerpo, como sube en ofrenda de olor grato tu aroma de rosa en noche sin luna, mi lengua trazando surcos concéntricos de saliva alrededor de tu ombligo, seno, pezón. Tus manos buscan desesperadamente asirte a mi espalda, desgarrar mi piel, unirte a mi carne, bañarte con mi sangre. Busco (y buscas), en tu cuello el alivio al peso ligero que siento bajo mi vientre. Te sumerges en mi pecho, tu lengua como sierpe ansiosa revuelve mi piel, desordena mis poros y desciende lentamente a mi infierno, avivando con cada beso las brasas que me atormentan, aumentando mi calor, mi lloro y mi crujir de dientes. Un frío me envuelve, me abraza, crece desde el centro de mi nada y me pierdo flotando en tus labios por sobre un abismo. Y tu saliva dulce se mezcla con la sal de mi cuerpo que lentamente fluye, gota a gota, hasta tu cuerpo, uniéndonos.

La llama tenue de la vela titubea casi imperceptiblemente, y como piedra lanzada al lago de los espejos nuestras imágenes se rompen y se unen, bailando una danza frenética, como de muerte. Tus ojos exhalan una mirada de miedo, de deseo. Tu pelo nace, como la noche, negro y húmedo de mi pecho. Nuestros cuerpos pulsan al compás de nuestros corazones, al unísono, mientras se funden lentamente, tu carne y mi carne, como un solo quejido, un solo suspiro.

Navegamos en un mar de lujuria y placer. A veces en calma, a veces en tormenta, pero siempre a la deriva, tras ese horizonte siempre lejano que nos llama y nos hala como un imán poderoso. Cabalgas sobre mi cuerpo, domando ese desenfreno que crece en medio de nuestros cuerpos, nuestro cuerpo, incontenible. De repente, las sombras danzantes se desvanecen en una explosión de luz que nace de las entrañas y se multiplica y se derama sin control en una loca carrera sin final donde todo da vueltas y el tiempo se detiene, fluyendo lentamente, gota a gota. Y la vida vuelve a correr en nuestras venas.

Me volteo soñoliento hacia la pared, tratando de conservar en un suspiro tu imagen que lentamente se desvanece en la bruma amartelada de tu recuerdo. Y empapo de sudor cristalino las sábanas llenas de sueños, por tí.

jueves, enero 25, 2007

Amorallado

Hay un abismo colgado
en la penumbra de mi cama,
alrededor de ese cuerpo
dormido que jura ser mío.

Abandono la Noche.

Y una paloma errante
golpea sin sorpresa ese
cristal que divide,
casi sin pretensiones,
el silencio que emana
de un ronquido solitario.

domingo, enero 21, 2007

Dos lágrimas blancas

. . .Venía cansada, de recorrer el mundo sobremarino, de llevar en mis alas el peso de las aves y el sabor disuelto de la sal en un mar aéreo. Veo, gozosa, cómo se perfila la línea de la playa, con su frontera de palmas invitándome a hozar en ellas. En un peñón grande y gris que resiste las embestidas del otro mar y yo, veo a un huerco joven, de mirada ronca y sonrisa rojiza, de cara al otro mar. Me acerqué, como tímida al principio para no asustarlo. Entonces, me metí entre sus cabellos y mientras me perdía y volvía y salía y entraba otra vez era todo un revuelo piloso y él no se enteraba y entonces acariciando en espiral descendente toqué su oído y susurré suavemente qué te pasa pero él seguía llorando y preguntando por qué, por qué. ¡No llores! Y el deseo de consolar me hizo remolino que cubrió lentamente su cuerpo. ¡Por favor! Y el deseo de aliviar me empujó dentro de su ropa y camisa, tocaba su faz de llanto en una caricia inútil, constante. Y la desesperación me convirtió en ciclón bíblico, capaz de barrer de sobre la tierra toda causa de llanto y dolor. Las palmeras me rindieron pleitesía y las aves huyeron temerosas y el otro mar empezó a rugir y el ritmo y la altura y la fuerza de sus olas contra la peña aumentó pensando que había llegado la hora de jugar su rol apocalíptico. Entonces despertó. Y la fuerza huracanada de mi ternura se disipó en una súplica. Y el mar de agua descansó otra vez, sabiendo que su sello no había sido roto todavía. Sólo el cáliz del vino amargo reflejaba en su espíritu embriagante las nubes asustadas por ese conato de apoteosis final. Levantó su triste mirada al horizonte, a lo lejos, mientras sus lágrimas fluían en violencia serena. Me acerqué para secar sus lágrimas de sangre con mis manos de aire. ¿Qué te pasa? Y la consternación reflejó en sus ojos la más intensa agonía. Se hundió, se murió... ¿Quién, dices? Mi estrella... se apagó. ¿Qué estrella? Era ella, lo sabía, había jurado que después de su muerte aparecería. Y brilló para todos como lo hizo en mi vida. Cayó fugazmente y se hundió en el mar nocturno como murió en mí, murió para todos. ¿Lloras por una estrella? Sí, era ella. . . y murió. . .

. . .Era el comienzo de la segunda vigilia cuando sentí en mi seno la cosquilla incandescente que produjo su caída. Reflejaba en un brillo intenso su desesperación. Caía, y trataba inútilmente de aferrarse a mi manto. ¿A dónde vas? Y un temeroso no sé me contestó. La seguí en su caída por la dulzura de su brillo embriagante. La seguí, hasta que cayó al mar de agua. Y allí apagó su fuego celeste y se durmió, cansada y asustada. Yo la acaricié y la arrullé como arrullo a los caracoles marinos. Tuvo un sueño inquieto de amar sin amar o una vela consumiéndose por la llama del tiempo. Fue su sueño como ella, fugaz y un recuerdo eterno. Despertó sollozante en su lecho azul de hierbas marinas y yo le dije ¡hola! y ella ¿dónde estoy? y yo en otro cielo, no te asuste su alborozo. ¡Quiero volver! No puedes. ¿Por qué? Sólo los que conservan su brillo logran volver. . . ¿Y volvió? No temas, seca tus ojos y guarda las lágrimas lloradas en el cáliz azul del alma, porque de eso es hecho el amor. ¡Sólo tantas lágrimas puedo llorar hasta que el dolor haya pasado! Entonces podrás decir que tu amor vivirá para siempre. . .

. . .Y una noche, una tarde, una mañana. . . la estrellita sintió deseos de volar, de elevarse, por sobre encima del mar y los delfines y las gaviotas y recostarse sobre un nuevo lecho de hierbas aéreas, de extender su luminiscencia naciente por cada rincón del alma terráquea. De sentir en sus venas intangibles la evaporación de la gota en la rosa sensual. Y de crecer, crecer, crecer y desnudarse rompiendo sus vestiduras de náufraga, enseñando a todos, alborazada, su desnudez solar. Asombrada, vió cómo los caracoles marinos, los peces escurridizos, los tímidos delfines, las gaviotas sumidas en su dolor inmóvil y las olas intranquilas de ese otro cielo en que había caído se juntaban para decirle adiós en un coro marino que semejaban siluetas de sombras en días de añoro y tristezas. Arriba, las estrellas y la Luna parecían huir de su grandeza, la que recién acababa de empezar a sentir y que aun dominaba sus deseos de saltar con sus hermanas. Lentamente, se sentía hinchándose de gloria y de poder, mientras un rayo transmitía en grito de calor he llegado. . .

. . .Mientras abajo, en una piedra embestida por la furia serena del mar, un joven contemplaba el amanecer, llorando. Y la brisa la susurraba al oído, ¿lo ves? Y él sí, puedo sentir sus rayos y su calor sobre mi cuerpo. Toma, seca tus lágrimas, y le tendió un dedo de aire para dos lágrimas blancas. . .

domingo, enero 14, 2007

Cronóstico

Sé que llegaba la hora por la erección puntual. Vuelvo el cuerpo hacia la ventana con el ánimo concentrado en mi mano soñolienta y un quizás despertado. Sin duda, hubiera deseado empujar la mañana al oficio de sombra.

1. Repaso la sonrisa, algunas onzas de menta artificiada.


2. Amordazo colores a mi piel.


3. Reclamo el camino con varios buenos días consuetudinarios.

4. Llego.

El rugido del aire zarandea la rutina cúbica. Una tras otra las ideas se deslizan hacia el olvido acompañadas por cierto rigor esperanzado. O sea, patético.

Se emprende el regreso.

Los mismos pasos (buenos días extintos) componen la audiencia en solidaria mudez. ¡Cuántas historias invernadas se inconcluyen con la mirada!

Desamordazo la piel.

No hay elección.

Apago la luz. Con duda. Sólo habrá de ese hado: empujarla. Mañana de vuelta al orificio de sombra.

miércoles, enero 10, 2007

Traición de un momento

Unos ojos me miran desde una distancia aguda, a través del humo que envuelve este antro de almas en búsqueda de placer liviano. Devuelvo una tímida sonrisa y tu recuerdo traiciona el momento. Has muerto, murmuro para mis adentros mientras intento cruzar imperceptiblemente ese charco de miradas furtivas. Camina hacia mí abriéndose paso entre los desconocidos con su tamboleo de caderas hambrientas. Disipas el humo que envuelve tu presencia hasta llegar desde esa distancia de olvido. Un hola me sobresalta. Aparto la mirada para reponerme e intercedes mi intento replicante. Siento su sonrisa clavarse en mi espalda, como presagio fugaz de una noche eterna. Miro mis manos y aferro a la palabra como si no hubiera caprichos de un recuerdo inmemoriable. Me vuelvo y le espeto otra sonrisa como preludio de lo posible. Alzo mi copa hasta sus labios húmedos de deseo y musito un gesto de irnos. Una caricia recorre suavemente mi cuerpo sonreído y nos alejamos tomados de la mano.

Te echo a un lado, presto a deshacerte de la misma manera en que aprendimos a hacernos. Una gota de rabia baja mi sien siniestra mientras sus labios diestros recorren cien veces mi cuello. Un beso carcomido en la distancia resuena en mi oreja por la punta de su lengua y su tibio aliento susurra tu nombre. Acerco su cuerpo al mío, intentando alejarte de mí. Siento el roce de tus pechos y su mano explora el inicio de mis nalgas. Me empujas sorpresivamente y caigo de espaldas sobre el colchón alquilado. Mi sexo apunta a su sonrisa que se acerca certera hasta él y lo engulle.

Subes y bajas rítmicamente e intento detenerla agarrando con fuerza tu pelo. Entrelazo mis dedos y la domino, la domo, la arrastro hasta donde quiero sentir tu lengua dejar un tibio rastro. Sus ojos me miran lascivamente mientras intentas tragarme con sus labios encarnados. Retiras mi prepucio, y en un acto conciliatorio deja escapar un hilo contínuo de saliva que cae primero sobre, y luego se desborda por el largo de mi falo y sigues y sigue escupiendo hasta rebasar la geografía testicular y vertirse, tímidamente, en la raja recóndita de mi cuerpo. Me sonríes desde el hilo de saliva que cuelga de sus comisuras. Le sujeto los hombros y te empujo contra el colchón. Me pregunto secretamente cuántas personas habrán clavado sus recuerdos en él.

Pongo un pie a cada lado de su cuerpo tumbado. Un manto de saliva tibia, espesa, cubre brillante el falo erecto y te ríes burlonamente. Me acluclillo sobre sus senos puntiagudos y te agarro bruscamente del pelo y la traigo hasta mí. Toma te ordeno mientras golpeo sin pena y con pene su cara. Me miras a los ojos y lo agarra en un mordisco ligero que me estremece hasta el tuétano de mis entrañas. Acuclillado sobre tus senos, rodea mis nalgas con sus manos afiladas y me empujas apremiante hacia el fondo de su garganta, tragándome todo.

El acto destella frente a mis ojos como una imagen fija a tu cuerpo. Centellean sensaciones afloradas en la penumbra de un cuartucho alquilado para el desgaste de nuestra lujuria. Nuestra, la que ya no está, la que tal vez en otro cuartucho alquilado sucumbió al derrumbe también. Tu cuerpo, que recuerdo tragándome, el mío, que traga tu recuerdo.

Me desmonto de sus senos puntiagudos y me echo de espaldas sobre las pupilas sangrientas de la fe en mí mismo. Te agarro la mano y ríe, tal como reías bajo el roce de mis labios. Ven, murmuro al muro que me separa de tí y monta su cuerpo sobre el mío, como amazona en celo. Siento su humedad pulsar sobre mi deseo, bajando rítmicamente a cada latido de tu sexo. Explotas en un grito tibio que la desborda hasta bajar por mi piel erizada. Y me erizas en un sol que eclipsa toda visión que me viene de adentro hasta brotar en gemidos de ansias de llenarte toda, con cada gota, con cada espasmo, con cada suspiro que me aprieta el alma.

Descansa su cabeza sobre mi pecho moribundo, y tus dedos recorren sin dirección mis labios sudorosos. Me mira a los ojos…, y veo en ellos que me sonríes desde un recuerdo marchito.

martes, enero 02, 2007

Retorno

En esta planicie
del no llores se
desliza el andén
arremolinado
de un está bien
vestido de dudas.


Pamplona, 7 V 05