miércoles, julio 11, 2007

Atrapados

Cae la última pieza de ropa. En el suelo se acompañan los trapos semi sudados siguiendo el orden único del grito.

El gemido levita cercano.

Es la conocida escena de siempre. Sólo nos sorprende que ocurra.

¿Qué detalle cautivará la memoria? Porque el resto, sin duda, será tragado por el Olvido. Debe ser este aire de mañana que promueve la imagen inconclusa. Como el hambre segregada.

Volvamos a la última pieza. Cae. Pero no importa. Ya el sudor engalana esta convención de poros, estos roces en desespero. La cama se ha convertido en un corral empequeñecido, dos cuerpos que se humedecen en el acto. El gemido se aferra a la ventana. La última pieza continúa su caída.

No desconocemos el final. Un par de gritos alargados, un par de caras descompuestas, apretados los dedos de los pies. Abandonemos este instante. Sólo nos interesa esa última pieza de ropa. Y su caída.

Sabemos a dónde llegará, nos imaginamos de dónde viene, ni hablar del golpeteo rítmico que la acompaña. ¿Qué miramos entonces?

Dejémonos atrapar por esa última pieza de ropa, por su caída ya camino al Olvido. Entonces vendrá la pregunta inevitable, ¿Quién llegará primero? Porque compartimos el mismo Destino, aunque nos aferremos a otro cuerpo por un instante, tal como el trapo se aferra (inútil mente) a su caída.

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