No sé si exagero al decir que cada vez que me encuentro en alguna frontera destilo hojuelas trazadas con humor negro. En esas ocasiones (sospecho) reprimo el intento obceno de ceder sonrisas encadenadas al borde de mis huellas.
Sé que debo decir algo que me asemeje al frostin cumpleañero. Lo siento (¿debo sentirlo?). Cualquier curiosidad incontrolada puede desavenenciarse discretamente con unos gestos inalámbricos apropiados al momento. En caso de solvencia emotiva, no dude en quedarse callado. Se le asegura total respeto, al menos cuando no se piense en ello.
He dado el primer paso. He derramado tinta. He (de)vuelto a la edad prima.
martes, agosto 30, 2005
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