A veces me gusta jugar a ser sonetero. Este es uno de mis desafinos que ha sobrevivido al Olvido.
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Convivo la serena ironía
que me lleva a creer en el Destino,
sin poder prescindir el desatino
de buscar y perderme cada día.
Entre sombras que son de puro lino
escarbaré mi nombre al mediodía,
llevando el sueño y su melodía
les hablo de cipreses a los pinos.
Hoy quiero deshacer esta cordura
a escondidas, en el precipicio.
¡Que nadie dude! Este onanismo
donde vierto el silencio del principio
cuelga de las ventanas de mi cura:
ese placer de estar con uno mismo.
miércoles, febrero 15, 2006
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