viernes, abril 25, 2008

A Hora

Sigues ahí, colgado
en la siniestra estela
de una mirada
cascanueciana.


Respiras mil, cuatro,
dos veces por vida,
ida en sendas mortuarias
entonando arias al amor.


. . . un siglo, y
agarras agónica
una hora en tu faz.
Cronos te regala un beso,
lo apresas en tu espalda,
intranquilo, hasta
el lustro de un segundo.


Dí, minuto adefesio diminuto,
si rondas en espera
I N C E S A N T E
o sólo marcas la hora en que muero.

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