La tarde se suicida ante mis ojos.
Abre lentamente un vientre de nubes
y escapa así, vaporosa
un suspiro alado.
Invento un dios momentáneo
que crucifique la ocasión.
Me mira su cara
de mesías condenado.
Y busco entre los
pliegues de mi duda
una Magdalena
que enjuague mis lágrimas.
viernes, junio 20, 2008
Crucificción
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