domingo, diciembre 04, 2005

De volver a la Nada

Había dicho que no tenía nada que decir. Bueno, en verdad tengo mucho que decir, lo que me falta son las ganas. Tanto de sustantivo como en verbo. Déjolo ahí.

Es casi seguro que me quede sin trabajo el semestre que viene. No porque no haya trabajo, si no porque tendría que pagar para trabajar. Magnífica ironía dice el ciego bibliotecario. Claro que dejar de trabajar no es cavar mi tumba, eso que lo hagan los que por alguna razón se preocupan por el futuro. Es volver a ella.

Aunque lo he aceptado desde hace algún tiempo, no deja de joderme la vida. Aceptar que he perdido mi tiempo y (¿porqué no decirlo?) mi talento en esa cosa abzurda que llaman Literatura. ¿Qué me deja hoy?

Si hubiera continuado en el Navy me faltarían sólo dos años para retirarme. Tendría seguramente dos divorcios y no más de dos hijos que me odiarían. PO1 ó CPO, mi vida se reduciría a leer libros de fantasía y (sin saberlo, pero sospechándolo) perpetuar el mito repetido de la furia aquilea 18 horas al día.

Si hubiera continuado con las ciencias tendría una colección de cadáveres impresionante, incluyendo un divorcio y, a lo sumo, un hijo que, no debe sorprenderlos, me odiaría. Pasaría 18 horas al día en un laboratorio buscando cualquier excusa para no regresar a un apartamento vacío, con la excepción de cientos de libros de Cábala a medio leer, amontonados en las esquinas junto a igual o mayor cantidad de botellas vacías de todos los tamaños y colores.

Desconozco cuándo decidí seguir al corazón. Sólo sé que paso 18 horas al día bailando con la Nada, esperando un hijo que llegará con sus odios en cualquier momento. Sin furia aquilea. Sin botellas vacías de colores. Sin ganas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario