domingo, septiembre 25, 2005

Cuando asesinan el orgullo

Iba a quedarme callado. Hace algún tiempo decidí que al absurdo era absurdo intentar silenciar con alaridos estridendes. Al contrario, una sonrisa siempre lleva el peso de una bofetá de concreto si se coloca en el resquicio correcto.

Mientras moría hablaba. Hasta en eso sentó cátedra de libertad. Quién lo diría, hasta el nombre de su escondite, Plan Bonito, carga a borbotones gritos, no, el Grito desde el cual sucumbió el Mago. Siempre olvida el invasor, a veces la semilla germina cuando se aplasta.

He dicho.

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