martes, septiembre 13, 2005

Encierro de lo cotidiano

No sé cómo explicarlo. Será como si en medio del río nadara contra la asfixia y casi muerto llegara a la otra orilla sólo para ver que es la misma arena con las mismas huellas de las que he estado huyendo desde el principio. O será como tras un banquete descubrir que la hartera duele más que el hambre y no hay anticipación que la alivie. O tal vez, quizás, semeje al vacío postcoital en que sucumbimos al amar.

Una cosa sé, éstas cuatro paredes metaforsean la anatomía ancestral de la espera. Dentro de esta provincia se dilucida esmeradamente esas cisternas donde atesoramos nuestros olvidos. Qué más podría añadir, si al volvernos monumentos de piedra todo queda aclarado en la inscripción votiva que sobrellevamos:

Quién aquí yace
ya no hace
.”

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