jueves, septiembre 15, 2005

De(s)ubicaciones

No sé de dónde carajos salió. Pero justo antes de llegar al puente hay una escalera de piscina tirada sobre el asfalto. Y no hablo de dos o tres escalones a medias, digo, lo que he visto es una cosa como de quince pies a ambos lados justo en medio de la orilla de la carretera, la orilla del medio para ser más precisos. Por aquello de un poco de justicia dejaré establecido en el récord que la susodicha está cubierta de moho, como si eso hiciera de repente soportable el hecho de que hay una escalera de alberca en la autopista. Confieso de algún momento en que este cuadro mañanero me hubiera lanzado varias historias desas febriles. Qué sé yo, ¿se cansó antes de llegar al río? ¿se ahogó de espanto al salir del río en busca de aire? ¿fue raptada por alguna milicia de escala enemiga y dejada así como un mensaje onomatopéyico para quien se atreva ----cender? Tal vez el pájaro verde retorne a la visita. O tal vez esos silencios reúnan algún trazo tortuoso de las comisuras. Lo cierto es que hay cosas que están en el lugar menos esperado, lo cual acentúa dramáticamente su inutilidad. O por lo menos, eso diremos hasta que a algún valiente se le ocurra entrevistar a la escalera. Tal vez los inútiles desubicados seamos, después de todo, (nos/los) otros.

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