lunes, septiembre 26, 2005

Reticencias de la cuerda floja

A veces la vida nos lleva hasta la locura, canta porai un cubano. A veces la locura nos lleva hasta la vida, respondo. Ir y venir, dicotomía genética sumisa a la locura o a la vida. ¿Importa? En todo caso si quitas la locura te quedas sin vida y si quitas la vida te quedas sin locuras.

Joder.

Hace algún tiempo preguntaba ¿y quién lo cura de su locura? Pero sólo hace algún tiempo. Preguntaba. Días hubo en que miraba al camino con hambre, ahora sé que un paquete de galletas baratas en el quisco de la esquina cercará de anemia mi ruta. No creo vuelva a repetirlo.
A veces...

domingo, septiembre 25, 2005

Cuando asesinan el orgullo

Iba a quedarme callado. Hace algún tiempo decidí que al absurdo era absurdo intentar silenciar con alaridos estridendes. Al contrario, una sonrisa siempre lleva el peso de una bofetá de concreto si se coloca en el resquicio correcto.

Mientras moría hablaba. Hasta en eso sentó cátedra de libertad. Quién lo diría, hasta el nombre de su escondite, Plan Bonito, carga a borbotones gritos, no, el Grito desde el cual sucumbió el Mago. Siempre olvida el invasor, a veces la semilla germina cuando se aplasta.

He dicho.

jueves, septiembre 15, 2005

De(s)ubicaciones

No sé de dónde carajos salió. Pero justo antes de llegar al puente hay una escalera de piscina tirada sobre el asfalto. Y no hablo de dos o tres escalones a medias, digo, lo que he visto es una cosa como de quince pies a ambos lados justo en medio de la orilla de la carretera, la orilla del medio para ser más precisos. Por aquello de un poco de justicia dejaré establecido en el récord que la susodicha está cubierta de moho, como si eso hiciera de repente soportable el hecho de que hay una escalera de alberca en la autopista. Confieso de algún momento en que este cuadro mañanero me hubiera lanzado varias historias desas febriles. Qué sé yo, ¿se cansó antes de llegar al río? ¿se ahogó de espanto al salir del río en busca de aire? ¿fue raptada por alguna milicia de escala enemiga y dejada así como un mensaje onomatopéyico para quien se atreva ----cender? Tal vez el pájaro verde retorne a la visita. O tal vez esos silencios reúnan algún trazo tortuoso de las comisuras. Lo cierto es que hay cosas que están en el lugar menos esperado, lo cual acentúa dramáticamente su inutilidad. O por lo menos, eso diremos hasta que a algún valiente se le ocurra entrevistar a la escalera. Tal vez los inútiles desubicados seamos, después de todo, (nos/los) otros.

martes, septiembre 13, 2005

Encierro de lo cotidiano

No sé cómo explicarlo. Será como si en medio del río nadara contra la asfixia y casi muerto llegara a la otra orilla sólo para ver que es la misma arena con las mismas huellas de las que he estado huyendo desde el principio. O será como tras un banquete descubrir que la hartera duele más que el hambre y no hay anticipación que la alivie. O tal vez, quizás, semeje al vacío postcoital en que sucumbimos al amar.

Una cosa sé, éstas cuatro paredes metaforsean la anatomía ancestral de la espera. Dentro de esta provincia se dilucida esmeradamente esas cisternas donde atesoramos nuestros olvidos. Qué más podría añadir, si al volvernos monumentos de piedra todo queda aclarado en la inscripción votiva que sobrellevamos:

Quién aquí yace
ya no hace
.”

domingo, septiembre 11, 2005

Reliquia almidonada

Encontré esto que escribí hace como 13 ó 14 años:



Una noche paseaba por mi jardín, la luz tenue de la Luna acompañaba mis pasos. Pensaba, y vi tu figura apenas rodeada de blancas vestiduras delante de mí, entre los árboles del bosquecillo nocturno. Danzabas entre un rayo de luz, con el crujir de las hojas al ritmo de tus pies y el viento levantando tus vestidos albos sobre tu cuerpo. Extático, contemplé cómo la luz te envolvía y daba vueltas y lentamente su aroma azul cubría tu pelo, negro como la noche a nuestro alrededor. La música del agua crecía lentamente, y se alejaba y volvía, y caías como agotada sobre la grama mojada, abrazándote a la tierra. Primero, tus vestidos se confundieron con el color pardo de la tierra, luego tu cuerpo se hizo uno con la Madre, y desnudándote, volviste a la raíz primera.

Me senté al pie de un arbol centenario. Meditaba bajo la luz de las estrellas, tu voz alcanza mis oídos, suavemente, como un susurro divino. Me dices amor, te necesito, aquí, ahora. Y mi sangre se enciende y me quema y me abrazas y me besas y el olor de la tierra húmeda penetra nuestras pupilas, y la humedad de la grama nos cubre como sábanas en una cama fría. El vapor de nuestras bocas repiten, como eco de neblina, nuestros nombres en un vaho silencioso que nos envuelve lentamente, y mi carne se une a tu carne. . . Mi vida se disipa silenciosamente en la niebla de tus quejidos, mientras un manto de blancura nocturna nos cubre. . .

Me levanto y camino lentamente al compás de los insectos nocturnos, y pienso, tu mano sobre la mía, tu mirada sobre mi mano, y mis ojos sobre los tuyos. Tu voz rehuía mis oídos y mis ojos buscaban una respuesta en tus labios sudorosos. Siento en mis huesos la respuesta que callas. Una lágrima indescriptible roza tus mejillas, y me quema. Sonrío fugazmente, como para endulzar el peso de nuestra despedida. Y cada paso que te aleja de mí retumba en mi corazón, como un eco antiguo, lejano y profundo.

Las estrellas desaparecen lentamente ante la tenue claridad de la última vigilia. A lo lejos un ave inicia un canto de bienvenida. Y escucho, el eco de tu voz me hace sonreir. Te veo en la distancia, indescifrable. Vistes mil colores, y uno sólo. Pronuncias mi nombre con voz de mil sirenas. Te siento lejana, en mi cuerpo, como el roce de mil dedos sobre mi mejilla, y el sabor de mil besos en mi boca. Te quiero a ti sola, y a mil más. Tu aroma me envuelve y te multiplica en recuerdos vagos, al repetir tu nombre de cama en cama, de sueño en sueño. La casa iluminada me recibe. Los rayos matutinos acarician una puerta que lentamente se cierra. Las aves cantan, y yo sonrío. . .

jueves, septiembre 08, 2005

Comparsa del momento

A veces el día ronda entre esquelas, pero solo a veces. La mayor parte del Tiempo se pasa desfilando agujeros secos hambrientos de memoria. Eso al menos, nos traduce a pedazos el esquema sincero de nuestra convalescencia.

Me han dicho alguna vez (si alguna vez lo fuera) que los abrazos constituyen una forma sutil de envejecer. ¿Será por eso la obstinada abstinencia piterpaniana? Me iré a dormir, o a esperar al invierno, que viene a ser lo mismo cuando se abrazan indiscretamente los años y el recuerdo.

miércoles, septiembre 07, 2005

En la cumbre de una interconexión

He perdido la palabra.
La busco en la distancia histriónica
de unos trazos enmohecidos.
Se escurre -silente- por la alevosía
tenaz de dormir de lado.
La han visto des- nudar aperturas
con la fragilidad irresoluta de un beso.
Si la ves, recurre al instante
vestido de negro y avisa
por el medio de aquello que
una vez me tuvo perdido.

lunes, septiembre 05, 2005

Al borde del desfile

Otra semana comienza su desfile. Otro arrebato de días intentará doblegar - infructuosamente- la codicia del Tiempo. Otra página de un calendario que terminará proféticamente en la basura. Mientras tanto nos vestimos con una sonrisa y un escalpelo recorre nuestros sueños.

Esta semana discutiremos en clase dos temas que están mórbidamente relacionados. Ambos gravitan sobre la identidad del ser. Uno de ellos trata sobre lo que nos caracteriza exclusivamente como humanos y el otro sobre qué somos. He advertido de su dualidad mórbida.

Creo que todo comienza con la conciencia del ser, con el statement Yo soy. No soy Descartes, pero no descarto el "Yo soy el que soy" portentoso con que Yhavé (Elohim, etc) iniciara tantos años de discordia. Hoy respondo Yo soy lo que soy.

No somos otra cosa sino lo que somos. Pero ¿qué somos? En este punto la conciencia del ser se confabula con la imaginación -ese atalaya humano- para desvencijarnos de la (¿única?) posibilidad de respuesta. Aquí precisamente radica toda diferencia entre los dioses y nosotros. ¿Será que los dioses carecen de imaginación? Quizás en este punto encontremos cuál fue en realidad el pecado luciferino. Sin duda declaró Yo tambien soy el/lo que soy.

Otra semana comienza, otro séquito de horas formadas espera la alevosía que nos conforma. Amén, así sea.

sábado, septiembre 03, 2005

Resucitaciones

He cruzado al otro lado. De pie frente a ellos sostengo la memoria de lo que ayer creyera imposible. Mudo responso. Supongo será como volver a enamorarse luego de 20 años de matrimonio. Me vino bien el trago de la Castalia.

Ayer di mi primera clase luego de casi cinco años de ausencia. Curiosamente el tema era ¿Qué somos? ¿Qué nos caracteriza como seres humanos? La discusión fluyó con la elegancia tensa que siempre ocurre el primer día. Nada mal. Al concluir mi última sección uno de los estudiantes se me acercó a darme la mano y las gracias por la clase. Para mí fue, aunque él no lo sepa, una bienvenida.

Hay días que retornan a uno en un aura leve. Hoy fue uno de esos.